31 agosto 2006

Urgencias Anecdóticas


Tiempo ha desde la última vez que me reí como esta tarde. O quizá no tanto: desde que Yola Berrocal se puso en campaña para la alcaldía de Marbella exactamente. Bueno, a lo que iba: estaba en clase de primeros auxilios y para cerrar la sesión, qué mejor tema que "Objetos Extraños en Genitales o Ano". Bien, me ha tocado un profesor que se va más por las ramas que el propio Tarzán. Javi se llama. Siempre añade una de sus anécdotas que suelen ser divertidas. O bien él tiene mucha gracia para contarlas; a lo mejor es gaditano(?). Pues como decía, la de esta tarde ha sido especialmente divertida.



De esto hace mes y medio. Estaba él de turno nocturno (qué bonita rima) en urgencias del hospital Carlos Haya de Málaga. Es enfermero. Eran las cuatro de la madrugada cuando llegó un hombre de setenta años. El viejo balbuceando y chilloteando frases atropelladas de las cuales Javi citó: "que no, que no soy maricón". --Hombre, ¿qué le pasa a usted? --Javi intentó sacarle información útil. "Yo no soy maricón" --decía el viejuno. "Que no soy maricón". Javi por fin consiguió que el anciano le dijera su nombre y lo ingresó en el ordenador; la máquina respondió: "Fulano de Tal, 70 años, tales consultas... estreñimiento". Pasado el berrinche, y una vez Javi convenció al viejo para que le contase por qué estaba ahí, el septuagenario cerró la puerta de la consulta explicando "es que me da vergüenza".

--Miree... Yo. Soy estreñido. --dijo finalmente.-- Entonces yo me meto el dedo para poder dar de cuerpo.

**Explicación blogguna** Aquí viene bien un pequeño inciso. Si alguno de los bloggunos lectores sufre de estreñimiento severo (esperemos que así no sea), sabrá que hay dos maneras en un hospital de que te desahucien la bola de mierda. O un enema. O... el mecanismo digital... Dicho de otra forma... con el dedito. Es algo como: meto el dedito, arrasco-arrasco, rompo el fecaloma. Sí, suena fácil.

Hasta ahora la consulta parecía una conversación normal de tipo paciente-enfermero. No obstante, empezaron las complicaciones.

--Verá, yo necesito un estímulo para hacer eso. Pero a mí mi esposa no me pone. Que no me pone... [REPITO: viejo de 70 (setenta) años]. Entonces pues yo... -siguió el hombre- me meto el dedo... -la cosa iba a mal- y me estimulo... -¡adiós...! Javi necesitó pellizcarse varias veces para aguantar una carcajada.

A partir de ese momento mi clase no paró de reírse. Sin embargo, la historia de Javi no había hecho más que empezar.

--Pero oiga, a mí no me interesa lo que usted haga con su mujer --contestó Javi, que siempre habla claro--. ¿Para qué ha venido usted?

El viejo: ¡es que me he metido una barra de labios y no puedo sacarla!

Mi clase estalló en risas.

Javi, muy formalmente, le dijo al viejo: "espérese aquí, ahora vuelvo". Se perdió quince minutos. ¡Por los suelos de la risa! Al rato volvió y, siguiendo sus formalidades, apuntó en el ordenador: "lapiz labial en cavidad rectal". Justo después vino un colega suyo y le echó un vistazo a la pantalla. Al instante se dio la vuelta y se fue por donde había entrado. Partiéndose el culo por todo el hospital.

--Por favor, quiero que me trate un médico varón, ninguna mujer que me da vergüenza --aclaró el viejo. "No se preocupe", contestó Javi, y buscó al médico (37 años, recién licenciado). Javi lo informó de la situación y el médico, siguiendo el ejemplo de los dos enfermeros, se sentó en su butaca y por poco se mea de la risa. ¡Una barra de labios por el culo! Para esas alturas, el que se había ido por el hospital había puesto al tanto a tooodos los que estaban allí. Mientras tanto: "yo le tengo que hacer una placa", dijo el médico. "No, ¿cómo le vas a hacer una placa?", repuso Javi. "¿Que no? Yo a ese hombre por mi madre le hago una placa". Y le mandó hacerse una placa. Digo que si le mandó. No sólo eso. Una vez hecha, por toda la cara la cogió y se la llevó a enseñársela a sus compañeros. Efectivamente, se veía el conducto curvado, un lápiz labial y justo al lado, una bola de caca.



Y esa es toda la historia. Muchas carcajadas en mi clase. No tardarán en crearse leyendas urbanas de tipo: "Era una vez un gay que se metió súper-glue y su novio se quedó pegado a él".


En fin...


Informó para blogguno,


§endell's




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