02 enero 2008

Tradición

No sé por qué, las tradiciones sacan los comportamientos más estúpidos de la gente. En realidad si que lo sé: todos tenemos una profunda vena borreguil oculta que aflora en cuanto vemos a más de tres personas juntas haciendo algo. Os puedo poner un ejemplo fácil:

Sevilla, 12 del mediodía. Al termómetro le están ampliando la pantalla para que pueda marcar más grados. Concurso de freír huevos en pleno asfalto en la plaza de la catedral. Un descomunal olor a mierda te tumba para atrás. Dices: "Aquí hay caballos".
Bien, piensas, todavía no se te han evaporado las neuronas. Vas por la calle y ves una cola de gente inmensa. No sabes de qué es, y tienes que acercarte para averiguarlo. Te dices: "tengo prisa, ya habrá otro momento". Pero no puedes. Una mano invisible tira de ti. Es la vena borreguil que hace que te pongas a la cola y te tires el tiempo que haga falta para descubrir que cuando llegues al final te darán un abanico de cartón para la Feria de Abril con el logotipo de Caja Sur. Y lo peor es que llegarás a tu casa con la moral por las nubes porque has conseguido un cacho de cartón y un cuadro de insolación, todo gratis. Lo que estoy diciendo no es una tontería, es verídico. Por lo visto los sevillanos tienen fama de hacer cola para cualquier cosa, y es verdad. Yo que sé, cada uno tiene sus hobbies.

Pero no son los únicos que hacen tonterías en grupo. Toda España lo hace. La noche de fin de año es un gran ejemplo.

No, yo no me quedé en casa. Esa noche salí a la calle no porque me lo pidiera el cuerpo, sino porque es tradición. Diréis, ¿tanto influye? No os lo podéis imaginar.

La tradición es capaz sacaros a la calle en pleno invierno con un vestido que no abriga ni queriendo, y no llevar nada encima para que se vea, que para eso te has dejado el pastón en la tienda. Pero eso se soluciona pronto. Llega tu madre, te cuelga un pañuelillo al cuello, y ya puede llegar una epidemia de gripe, que tú llevas tu pañuelillo, estás a salvo. Los tacones, hay de todos los gustos, pero para Nochevieja tienes que llevar solo un tipo. ¿Cómo tienes que comprarlos? Tú entras a la tienda y preguntas por el tacón más feo que tenga, como por ejemplo un tacón brillante de color dorado. Ése es el tuyo. En Nochevieja hay que ir cantosa y brillante por norma.
En el caso de los tíos, la verdad lo tenéis más fácil. Una vez que sabéis haceros el nudo de la corbata el camino ya está hecho. Aún así las cagáis combinando colores, con lo difícil que es. Porque si tu novia parece una burbuja de Freixenet tú no vas a ser menos.

La tradición también hace que no te importe pagar el triple por entrar a un local, por una copa, por respirar, por hablar, por pestañear,por quejarte, etc. Consigues que al final de la noche tu cartera chille de dolor cuando la tocas y provoque en ti una profunda sensación de tristeza, antes de darte cuenta de que tu cartera no hacía esas cosas y que realmente estás borracho.

Una vez en la puerta del local, y habiendo comprobado que al menos entrar es gratis, llamas a los amigos para elaborar un superplan que consiga engañar al portero. Aunque sabéis que no es gilipollas, os ponéis en corro en toa su cara y lo miráis, mientras el cabecilla de grupo da las instrucciones: "Fulanito, pa disimular que tienes 13 años ponte con Menganita. Menganita, tú enséñale una teta al portero. Y por Dios comprobad todos que no lleváis calcetines blancos con los tacones brillantes". Acto seguido pone cara de "¿sé o no sé de que va el tema?" y os acercáis a la puerta. Nada más llegar se os olvida el plan y ponéis cara de cordero degollado en plan "señor, señor, déjeme entrar, mi papi me deja hoy hasta las tres". El portero pasa de vuestro culo y os deja entrar porque le provocáis una inmensa pena.


Hay demasiada gente. Demasiada. Ahí dentro se están incumpliendo dos o tres leyes de la Física. Entras, sabiendo que lo que deberías estar haciendo es salir por gradiente de concentración. Para desplazarte tienes que dejarte llevar, por difusión, si quieres llegar a la barra o al baño, algo que se convierte en una verdadera aventura. Por el camino compruebas la promiscuidad de la gente porque tres tíos se te han declarado, uno o llevaba un móvil en el bolsillo o se alegraba un montón de verte, y otro te ha metido el matasuegras en el ojo. Das gracias a que sólo era el matasuegras y seguís adelante cogidos todos de la mano. Llegas a tu objetivo. El camarero parece ser familia del portero porque pasa de tí olímpicamente. Una vez que le has tirado un vaso a la cabeza o algo para que te mire le gritas: "dos cubataaaah,y un Malibú con piñaah!!" No te molestes. No te oye. Él te va a poner lo que le salga de las pelotas. A tí te pondrá cualquier mierda o lo que quiera que haya podido oír, a Menganita una Fanta de Limón y a Fulanito un colacao.

Bien, has terminado de ubicarte. Por fin puedes pasar un rato agradable bailando y disfrutando de la buena música, tal que así: "a ella le guta la gasoliiiina, dale más gasoliiina, a ella le encanta la gasoliii..."

Como comprenderéis yo no quise saber cómo acababa la canción. La gente podrá pasar frío, gastarse en vestido, en entrada y copas lo que pdría gastarse para la Wii, y escuchar ese maldito estilo (musical, dicen) martilleante que me toca la moral, pero yo no. A mi me dajáis salir de ahí aunque sea a hostias. Lo siento. Ya nos veremos pa' los churros.

Eso es lo mejor. Los churros. Yo, que estaba fresca como una rosa porque mi noche dio hasta para dormir un ratillo, pude contemplar la devastación, el desasosiego, las miradas perdidas en el horizonte de gente que hace unas horas irradiaban vitalidad y que ahora parecían haber entrado en un profundo trance. Uno de los detalles más curiosos del este estado es que todos los tíos llevan la corbata atada en la cabeza, fenómeno del cual siento no poder hallar explicación lógica.

"No puedes faltar", dicen. "Vamos, ¡es Nochevieja!", dicen. Puñetero borreguismo. Esperemos que el año que viene no me de otra vez por lo mismo. Pero el ser humano, como dicen, tropieza una, dos y tres veces con la misma piedra. Es como una tradición.

Un saludo de Bayana.

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