Mis amados bloggunos, estamos en verano; la estación del calor, de la sequía, de los helados, de las sardinitas cuyo olor se te pega en el pelo (¡¡Me huele el pelo a espeto, aaaagh!!) de los putos mosquitos nocturnos,(esos que desaparecen cuando enciendes la luz) del despelote general, del mar limpio y pulcro de línea de playa, del alto porcentaje de guiris ( un 70%, de la población, así a ojo), de las repelentes cremas solares (que unicamente sirven para rebozarse mejor en la arena); pero sobre todo, en verano, la reina es la playa y su peculiar fauna.
Si empezamos a describirlos en orden cronológico, los primeros serían los llamados “corredores aficionados”, aquellos que llegan a las 8.30 de la mañana a la playa para correr lo que no han corrido en toda su vida y pretenden quitarse los 20 kilos de panza en agosto. Se pueden reconocer con facilidad, (primero porque van corriendo, evidentemente) porque NO tienen un cuerpo atlético precisamente, y porque sólo corren si les miras, me explico: si el susodicho ve que se acerca alguien, subirá la marcha y correrá como si le persiguiera la mafia, para que el que lo ve piense “¡ la ostia, cómo corre ese tío con barriga cervecera!”; pero en cuanto no ve a nadie se detiene para recuperar el poco aliento que le queda dentro.
Al mismo tiempo del “corredor aficionado”, abundan “los viejunos y las viejunas saludables”, ésas que no se pierden ni un programa del Saber Vivir, y por lo tanto, van a la playa en manadas de dos o tres a “caminar rápido” para eliminar la celulitis acumulada y mejorar la circulación de las piernas. No hace falta decir cómo se pueden reconocer, porque si te asomas a la playa los hay por centenares, es increíble el poder del señor Manuel Torreiglesias (presentador del programa anteriormente nombrado) para mover a las masas.
A continuación, aparecen las familias que se quedarán todo el día en la playa, y vienen temprano a coger sitio: el padre, la madre, los niños, la abuela, el abuelo, el cuñado, los primos…y un despliegue de medios que ni las Fuerzas Armadas: sombrillas de playa, otras tantas neveras, bolsas de playa, sillas, toallas, montones de cubos y flotadores( incluyendo el cocodrilo o la orca y el balón de Nivea), y la comida para almorzar, merendar y cenar. Ahora entiendo por qué vienen a coger sitio…
Entre la gente que viene sola a la playa están los “vuelta y vuelta”, que se tumban al sol primero boca arriba y luego boca abajo, y hasta que no se los tienen que llevar por insolación, no se quedan tranquilos. Se reconocen por estar embadurnados de crema y tener un brillo aceitoso. Y unos que me encantan: los que juegan a las palas, los Federer playeros. Con las palas que les regalaron en la óptica con las gafas de sol, se pican a muerte empezando suavemente para terminar uno a cada lado de la playa y a bolazo limpio como si la vida les fuese en ello, bolazos que les caen continuamente a los “vuelta y vuelta” y a los “viejunos/as saludables”.
Caso contrario serían las Kournikovas, que con las mismas palas malas de la misma óptica intentan superar su récord de tres toques seguidos (esto, aunque parezca mentira cansa, porque eso de estar agachando el lomo continuamente a por la pelota, quema mucho).
No pueden faltar los “me parezco más a un bogavante cocido que a una persona”. Son guiris que en su momento eran blancos como tizas pero que se han quemado, se les reconoce por el color rojo de su piel, y porque andan como si estuviesen escocidos y les doliera moverse. Los puedes reconocer también porque llevan una vestimenta peculiar, de guiri, que tú nunca te pondrías.
Y qué iba a ser de la fauna playera sin esos grupos de amigos que dan patadas a un balón de fútbol… como es verano y las hormonas saltan a la vista literalmente, hacen continuos intentos infructuosos con las tías de alrededores… tácticas de ataque fríamente calculadas como tirarles el balón o preguntar la hora son estrategias bastante típicas, pero una de las más conocidas sería enviar al grupo de tías un representante, generalmente elegido por votación del grupo para hablar con ellas, los llamados “dice mi amigo”. Porque nunca van a hablar porque quieran ellos, sino porque un amigo suyo que las mira de reojo detrás del balón quiere conocerlas, algo así como: “Hola, ¿qué tal? Mi amigo, sí, el de rojo, quiere conoceros, os interesa?”. Ante la negativa de ellas, se pondría nervioso, miraría a su grupo de reojo con cara de “¡Abortar, abortar!” y haría preguntas tontas, acabando por irse derrotado a lucir sus músculos a otra parte o a otro grupo de tías digamos… más “necesitadas”.
Los que no necesitan presentación, los “superpijos/as”, que además de esos modelitos diviiinos que llevan siempre y su megarraya al lado, llevan gafas(por supuesto de marca) de enormes dimensiones, que les tapan la frente y llegan al labio superior por lo menos…¿Recordáis al Chaval de la Peca? Pues lo mismo pero sin la peca. Bueno, así no se les ve esa cara de superioridad con las que te suelen mirar si tienes la osadía de pasar cerca , y ya si eres el “dice mi amigo”, da por perdida la misión de acercamiento, son de un estamento superior, estúpido.
Por último me gustaría decir, aunque no venga mucho a cuento, es que como toda la fauna que se precie, tiene un instinto de supervivencia hiperdesarrollado sea cual sea la especie citada antes, si no me creéis, os pongo un ejemplo: Agosto por la tarde en la playa, el mar está a rebosar de gente meándose en el agua, por lo que se calienta (ésta es una teoría mía, por lo que puede que sea completamente mentira). Entonces, alguien grita: ¡Una medusa! Como si hubiera caído una bomba, oye. La gente empieza a chillar frenéticamente y a correr despavorida fuera del agua como si la medusa les estuviera siguiendo a gran velocidad en plan orca asesina, y se corre la voz para intentar salvar la vida a los rezagados, las viejunas andan mas rápido si cabe, como si hicieran marcha, las familias vuelven a su campamento alejando a los niños de la orilla y abandonando el balón de Nivea a su suerte, que irá a parar al océano o a otra familia, los chicos del balón dejan sus misiones hormonales y envían al más friki a recoger la medusa con un frisby y reírle la gracia, se acercan los tenistas playeros, que dejan de matarse a bolazos para ayudar con sus palas, mientras los superpijos siguen impasibles mirando al del frisby y su manada por encima del hombro (osea, qué asco, ¿no?).
Pero de pronto, un alarido de dolor deja sin respiración a toda la fauna (menos a “vuelta y vuelta” que estará ya en coma). Todos se miran…”dios mío, ¿quién falta?”. El bogavante cocido. Oh, no. Le ha picado al bogavante cocido… No se lo merecía, ya tenía suficente, el pobre…
Bueno, pese a lo que he escrito, os diré que estas vacaciones tenéis que ir a la playa mis amados bloggunos, a averiguar de que especie playera sois, y cómo no, a disfrutar un poquito de la playa tomando el sol que nunca viene mal quitarse el color transparente que tenéis de piel, que se os ven los órganos, joder. Un saludo, amados bloggunos.
By Bayana
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