17 septiembre 2008

La cucaracha

Me desperté de un sobresalto, empapada en un sudor frío y pegajoso. Me incorporé y miré a mi alrededor. La tenue claridad de la luna que entraba por la ventana era suficiente para poder ver con nitidez cada uno de los inútiles objetos que con los años se habían ido acumulando en la habitación. Me sentí extraña en aquella noche donde todo parecía normal.
Entonces la vi, majestuosa, bajo la luz plateada. Nunca me había fijado en su extraña belleza. Se deslizaba silenciosamente, de una forma elegante y cautivadora. Dejaba ver su cuerpo alargado y oscuro, con un cálido y tenue brillo caoba que me recordaba a un antiguo piano de cola. Aquella cucaracha era diferente.
La miré y ella me devolvió la mirada, asustada. Pude ver entonces sus pequeños ojos tan arrugados y expresivos, que reflejaban el cansancio de una vida de rabia, pérdidas, pisotones, oscuridad y resignación; esperando quizá que alguna catástrofe nuclear la liberara de aquella cárcel en la que los humanos la tenían encerrada. Por un momento... me sentí reflejada en ella. Al fin y al cabo era un ser, que como nosotros, sólo intentaba sobrevivir, frente a los obstáculos que le ponía la vida.
Entonces, me acerqué y la maté . ¿Qué asco no? A ver qué coño va a ser esto.



Saludos de Bayana.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

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