16 septiembre 2008

La niña sin sombra

Soy invisible al ojo humano y puede que al de algunos roedores pequeños. Esto es que si un día estoy a vuestro lado en la cola del carrefour, no me vereis. No solo porque no conocéis mi rostro, si no porque será imperceptible para vosotros, humanos. Lo cierto es que siempre había sido consciente de mi facilidad para pasar desapercibida en la muchedumbre, pero lo que no sabía es que si se esfuerzan pueden ver a través de mí. Supongo, bribonzuelos, que ya sospecháis que os voy a explicar lo que me ha ocurrido para llegar a las anteriores conclusiones. Pues estáis en lo cierto.

Estaba en el autobús, haciendo un trayecto de mas o menos 45 minutos (Málaga-Marbella). Subo en el vehículo, me siento en el lado de la ventana, detrás de un pareja de adorables ancianitos, o por lo menos eso es lo que parecían. Esta pareja estaba situada de manera que la señora tenía el lado de la ventana (delante mía) y el señor, con el asiento reclinado en la parte que da al pasillo. Era el sitio perfecto para llevar a cabo mi malvada técnica que evita que se me sienten extraños al lado y yo pueda usar los dos asientos. Muahaha. (Por si queréis conocer la técnica, consiste en que el asiento que estaría delante de tu compañero este reclinado, haciendo que el asiento que está a tu lado no parezca tan cómodo y espacioso como los otros a ojos de un desconocido) al llenarse el autobus mi plan se frustró, y se sentó un desconocido al lado. Al poco tiempo de comenzar el viaje, la ancianita hijap...adorable, se gira y le dice al señor anónimo que estaba sentado a mi lado: ¿Puedes echar la cortina, que me da el sol?. Os recuerdo que yo estaba en el lado de la ventana. El chico hace amagos de pillar la cortina y como no llegaba bien, yo que soy una persona educada pongo la cara de la hermana buena de santa Teresa de Calcuta y echo la cortina mientras no pierdo de vista a la viejecita, que sigue girada. Ni me mira. La tía cerda ni me mira. Mientras ella tira de la cortina y sigue hablando con el desconocido, diciéndole: Gracias, guapo. Ñiñiñiñi. Resumiendo me ha dejado a oscuras, escuchando a una canorra discutir por el móvil, aunque no le hacía falta ya que iba a berrido limpio, diciendo: "Qué voih en er autobús, tío que no, que no, como ibah a haber venio a ve chavalitohs, que noo, preguntaleh a lah melania, la noviah der primo", y además entumecida por no invadir la burbuja personal del extraño de mi lado.

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